Desde que tenía uso de razón, la filipina había tenido fantasías por aquellos vídeos porno de pollas gigantescas y de un negro que follaba sin compasión a una blanca americana. Aunque tenía varios años masturbándose con esa fantasía, no fue hasta que viajó a Brasil que por fin pudo experimentar en carne propia el ser cogida por una polla gigante. Después de tomarse unos tragos en un bar de la ciudad y enseñarle un poco el idioma, la filipina accedió entre señas a irse con aquel negro hasta su apartamento.
Al llegar no tardo nada en estar totalmente desnuda y poco a poco comenzó a palpar aquella enorme verga que antes había sentido mientras bailaba. ¡Estaba entre asustada y emocionada! ¿Cómo iba a poder soportar casi 26cm de polla negra por su chochito estrecho? La verdad no lo sabía, pero no pensó más en eso y se apresuró a tragarla enterita con su boca; los labios delicados de la muchacha se atragantaban con el rabo del negro que no perdía la oportunidad para ganar otro centímetro más en su garganta.
Después de poder tragar un poco más de la mitad, ella sentía que estaba lo suficientemente empapada para recibir aquel pollón. Al principio con un suave movimiento, el negro logró meter parte de su miembro en ese chochito que era virgen para él. El clímax llegó cuando en cuatro patitas por fin pudo recibirla toda y desde ahí, la filipina conoció lo que era el sexo salvaje. Ella no volvió a ser la misma.
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